jueves, 26 de noviembre de 2015

Nos vamos de boda

El año que viene me caso. Hale, ya lo he dicho. Hace dos días quedaban dos años y estaba súper tranquila y como si no fuera conmigo la cosa, y ahora quedan poco menos de diez meses. Así se pasa el tiempo, que ni te enteras. 



Ahora me río al recordar cómo algún tío mío se escandalizaba cuando en septiembre de 2014 le contábamos que nos casábamos en 2016, y se llevaba las manos a la cabeza diciendo que quedaba muchísimo, y que en dos años podían pasar muchas cosas.

Pues sí, en dos años pueden pasar muchas cosas, y de hecho pasan, pero lo hacen tan rápido que cuando te quieres dar cuenta te has plantado en ese día que parecía que nunca iba a llegar, sin que lo esencial haya cambiado ni un poquito, y no sabes ni cómo ha sucedido. Sé que han pasado muchas cosas en este último año, pero ahora, al mirar atrás, sólo veo una maraña difusa, tengo que pararme y hacer un esfuerzo para recordar todo lo que he vivido, todos los días y meses que me han ido trayendo hasta aquí, porque de verdad que se han pasado tan rápido que casi parece que me los hubiera saltado, plantándome hoy aquí, de golpe.

Es algo que últimamente me pasa mucho. Cada año parece darse más prisa que el anterior. Echo de menos esa sensación de que el tiempo era eterno que tenía cuando era niña. Cuando los trimestres y los exámenes marcaban el ritmo, los cursos escolares duraban una vida y las vacaciones de verano no se terminaban nunca. Volver al colegio en septiembre era como llegar a casa después de un viaje muy largo, y todo parecía nuevo y distinto. 


Entonces los cumpleaños quedaban mucho más espaciados unos de otros. Ahora el tiempo se me agolpa y los años se solapan. Creo que la sensación empezó en la universidad, pero en los últimos años no ha hecho más que acelerarse ¿De verdad hace más de dos años ya de aquél viaje a Berlín? ¿En serio han pasado más de cinco dese que terminé la carrera? ¿Cómo es posible que lleve tantos años trabajando en este sitio? ¿Qué he estado haciendo durante toda esta década para que se me haya pasado así de rápido? ¿Debería empezar a usar crema antiarrugas, o aún es pronto? Me paso el día haciéndome preguntas del estilo. Bueno, no todo el día, pero sí más a menudo de lo que me gustaría.


Pero bueno, no quiero aburriros. A lo que iba es que en estos últimos meses me he puesto a tope las pilas con el tema de la boda, porque soy una de esas personas que no se preocupan de las cosas hasta que se dan con ellas de frente, y todo ese universo que rodea al hecho de casarse me era totalmente desconocido (y bastante indiferente, la verdad, como si no fuera conmigo la cosa porque eso de crecer y hacerse mayor era algo que les pasaba a los demás, y no a mí). Ahora bien, cuando yo me pongo con algo, lo hago bien. Y en el afán de enterarme de absolutamente todo lo que se cuece y lo que hay por ahí, pasé de la desinformación más absoluta a algo que sólo puede definirse como CAOS, provocado por una sobredosis de información. En serio, tengo un tablero de Pinterest que echa humo. Es imposible no saturarse cuando empiezas a indagar desde cero sobre algún tema, sea el que sea, teniendo una conexión a Internet y un tiempo limitado. Hay una cantidad de información tal, que es imposible digerirla de una sola vez; hace falta constancia y bastante paciencia (y unas cincuenta pestañas de Chrome abiertas de forma simultánea, eso también ayuda). Pero bueno, poco a poco se va sacando algo en claro de todo ese embrollo, y ahí es a dónde quería llegar.

He pensado que igual, si comparto aquí en el blog algunas de las conclusiones, opiniones y experiencias que voy acumulando sobre la marcha, puede que ayude a otras personas que se encuentren en una situación similar. E incluso si no interesa a nadie, me servirá a mí para vomitar en algún sitio todas las ideas que se me pasan por la cabeza, y con las que no quiero aburrir a quien no le interesen, pero sí echar un cable a quien le puedan ser de utilidad.

Ya os iré contando.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Un regalo especial: caja de madera con set de afeitado tradicional

Si os habéis dado una vuelta por aquí, sabréis que me gusta hacer regalos en cajas. Cajas decoradas, personalizadas, que acaban formando también parte del propio regalo. 




Esta vez quiero enseñaros una versión para chico. 

Se trata de un set de afeitado tradicional, con todo lo necesario para afeitarse como en su día lo hacían nuestros abuelos, con cuchilla de doble filo, brocha, jabón y cuenco para preparar la espuma.

Os cuento el paso a paso de cómo hice la caja (que no tiene ningún misterio). Si andáis en busca de ideas para regalos, ahora que se acercan las Navidades es muy probable que así sea, puede que os dé alguna idea, o que os sirva de inspiración para idear otros proyectos.