Mi turbulenta e inestable relación con SheInside comenzó más bien tarde, ya
que no descubrí la tienda online hasta bien avanzado 2013. Sí que me había
topado con ella en alguna ocasión, dando tumbos por la web (es casi imposible
no hacerlo, porque está hasta en la sopa), pero había pasado de refilón, sin
prestar demasiada atención.
Un día, sin embargo, vi un vestido (que al parecer tiene media España) que me llamó la atención, así que me detuve a echar un vistazo con algo
más de calma. Enseguida me fijé en los precios, que no estaban nada mal, y en
un detalle muy importante: no cobraban
gastos de envío. Así que me animé e hice mi primera compra.