lunes, 28 de octubre de 2013

Lleva zapatos bonitos

Qué importantes son los zapatos.

Los zapatos nos llevan de aquí para allá, casi sin darnos cuenta. Los paseamos día tras día de un lado a otro, y van allá donde nosotros vamos. Visten nuestros pies, nos protegen del frío, de las piedras, del asfalto. Nos permiten caminar durante horas, y vivir el día a día con normalidad. ¿Os imagináis que pasaría si despertáramos un día, y todos nuestros zapatos hubieran desaparecido? Sería una locura.


En algunas culturas y pueblos indígenas, ir descalzo por la vida es lo más normal del mundo. Pero nosotros no sabemos nada de esa vida. Si un día desaparecieran los zapatos de todos los armarios, nuestro mundo se paralizaría. No seríamos capaces ni de salir de casa.

Pensadlo.

Además, ni siquiera nos vale con un solo par, sino que necesitamos varios. Las botas están muy bien para el invierno, pero nos coceríamos con ellas en verano. Y lo mismo pasa con las sandalias. Seguro que más de un romano y más de dos perdieron algún dedo de los pies por ir con sandalias en pleno invierno. Eso por no hablar de las pulmonías que se debían coger.


Por si eso fuera poco, vivimos en una sociedad llena de códigos de conducta y protocolos, por lo que no nos basta con tener unos zapatos apropiados para cada estación, sino que además necesitamos unos apropiados para cada ocasión. No llevamos los mismos zapatos para correr una maratón que para asistir a una ceremonia de graduación. No llevamos los mismos zapatos con quince años que con treinta, o con cincuenta. No llevamos los mismos zapatos para ir a la oficina que para estar por casa, para ir de safari o a la piscina.

Son muchos zapatos. Y muchas las horas del día durante las que los llevamos bajo y sobre nuestros pies, aguantando el peso de nuestro cuerpo. Y muchos los años que nos deberían durar, si son unos buenos zapatos. Por eso es muy importante elegirlos bien. Algo que de primeras parece fácil, pero no lo es.
Aquí van algunos consejos, basados únicamente en la experiencia y el sentido común.
  • En lo que a zapatos se refiere, trata de evitar las modas extremas. Esas tendencias de temporada que se llevan unos meses y luego se rechazan de plano. ¿Por qué? Porque a menos que andes montado en el dólar o tengas poco sentido práctico y te gastes un montón de dinero en unos zapatos que te vas a poner dos veces, te comprarás unos zapatos baratos y de mala calidad, a sabiendas de que sólo los llevarás durante una temporada, y al final te destrozarán los pies, las pocas veces que los uses, antes de que se rompan o te canses de ellos. No merece la pena.
  • Invierte en dos o tres (o los que consideres necesarios) pares de zapatos buenos, de esos que te durarán, si no toda la vida, sí muchos años. Clásicos, que no pasen de moda, que te puedas poner con todo, que sean cómodos y de buena calidad. De esos que no notas siquiera que los llevas puestos.
  • Si un zapato nuevo te hace daño y no consigues domarlo antes de salir de casa, no te lo pongas. Elige otro par de zapatos, que éstos ya tendrás tiempo de usarlos más adelante. 
  • Escoge piel o tela antes que plástico. Siempre, aunque tengas que pagar un poco más. Los zapatos de plástico no suelen dar muy buen resultado, pueden causarte heridas y rozaduras y no permiten que el pie transpire, por lo que, sobre todo en verano y sin medias, harán que sudes más y te hincharán y recocerán los pies.
  • Si un zapato te cuece el pie, hace que sudes, te roza, hace ampollas y te hace sentir incómodo al andar, deshazte inmediatamente de él. No pierdas el tiempo con un zapato malo. Mejor haber tirado el dinero que destrozarte los pies. Zapatos habrá muchos, y el dinero va y viene, pero los pies son para toda la vida, y las lesiones que unos malos zapatos pueden causarte, también.
  • Presta atención a la suela. Esto es muy importante. Busca zapatos con buenas suelas, ligeramente acolchadas y que aíslen bien. Hay algunos zapatos que tienen la suela tan fina que parece que vas descalzo, hasta el punto que, si el asfalto está muy caliente, llegas incluso a quemarte las plantas de los pies (ejem… zapatillas Victoria.. ejem). Las suelas de goma o caucho son las mejores, porque se agarran bien al suelo, se amoldan a tu pisada, son estables y evitan que resbales, incluso cuando pisas sobre mojado. Evita a toda costa las suelas de plasticucho, duras e incómodas, esas que se notan como abombadas al pisar, que resuenan como las pezuñas de un caballo, y que a la larga pueden deformar los pies.
  • Los zapatos de piel ceden con el uso, y se amoldan a la forma de tu pisada. Si al principio te rozan o te aprietan un poco, prueba a darte crema en los pies antes de ponértelos, y luego camina con ellos dentro de casa, durante unos días, hasta que se adapten a ti.
  • No prestes tus zapatos, ni uses zapatos de otros (a menos que estén muy nuevos y pretendas quedártelos). Al igual que las plumas estilográficas, que se adaptan a la mano de la persona que escribe con ellas, los zapatos se adaptan a la forma del pie de quien los lleva. Cada uno tenemos nuestra propia forma de pisar y caminar, y de repartir el peso corporal, por lo que ponerte los zapatos de otro puede dañar tus pies.
  • Nunca compres unos zapatos sin habértelos probado primero, a menos que estés muy muy seguro y familiarizado con la talla y el modelo. No sólo las tallas varían enormemente de un modelo a otro, incluso dentro de una misma tienda o marca, sino que varían también el ancho de la horma, los materiales y el tipo de costuras. Pruébatelos siempre, con calcetines o sin ellos, como los vayas a llevar, y si es posible los dos pies, ya que casi todos tenemos un pie ligeramente más grande que el otro.
  • Lleva zapatos con los que te sientas a gusto, que prácticamente ni notes que los llevas puestos, de esos con los que puedes andar durante horas sin cansarte. Que no te hagan daño ni te obliguen a pisar de una manera forzada para evitar ampollas o rozaduras. Que tus zapatos te hagan sentir bien cuando camines sobre ellos.
  • Y un consejo, éste de carácter meramente estético: cuando estrenes zapatos nuevos, recuerda quitar todas las pegatinas de la suela. Por muy bonitos que sean, esa pegatina roja de la alarma, que asoma cada vez que levantas el pie del suelo, es lo único que se verá de ellos.

Los zapatos tienen una misión fundamental en nuestra vida. Por eso, lo más importante de todo, es que sean cómodos. Pero si además de cómodos son bonitos, pues mejor que mejor.

Ya se lo dijo Shizuka a Tsukushi… “lleva siempre zapatos bonitos, porque unos zapatos bonitos te llevarán a lugares bonitos”. Os sonará muy tonto, pero siempre me acuerdo de esa frase cuando me pruebo unos zapatos nuevos.


Como siempre, podéis consultar la fuente de las imágenes clicando sobre ellas.
Me despido con una canción que viene muy al caso, y que no dejado de sonar en mi cabeza mientras escribía este post. 

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