jueves, 27 de agosto de 2015

Azúcar exfoliante al chocolate caliente, 'Hot Chocolate sugar scrub', de Giovanni

No soy muy de exfoliantes, no tengo la costumbre, ni la rutina de usarlos, y además soy muy vaga para esas cosas, pero sí que me gusta, de vez en cuando, probar alguno que otro, casi todos caseros. De marcas, hasta ahora sólo había usado uno de Korres, que ni fú ni fa.


Sin embargo, cuando me topé con éste, de Giovanni, una marca que hasta ese momento no conocía de nada, no me pude resistir.


Desde el momento en que leí eso de 'Hot Chocolate' en el envase, supe que no pararía hasta tenerlo en mis manos y probarlo, y comprobar si realmente olía tan bien como sugería. Así que lo compré en iHerb, a lo loco y a la aventura. Me costó unos 9 dólares y pico.

Me llegó al cabo de un tiempo –ya sabéis que iHerb es lento–, y para entonces ya se me había pasado un poco la ilusión, así que decidí terminar primero el de Korres, antes de empezar con el otro (es éste, por cierto, por si tenéis curiosidad. Casi el doble de caro y mil veces peor, tanto en cuanto a composición como resultados). Pero el de Korres no hay manera de acabarlo, porque no me gusta demasiado, y como no me gusta, no lo uso. Hasta el punto en el que creo que lo tendré que acabar tirando, porque la última vez que lo abrí ya me pareció que olía un poco raro.

Total, que desde que lo compré y lo recibí llevaba ya varios meses dando vueltas por casa (nueve, de hecho, que lo acabo de mirar y lo compré en octubre) y no veía el momento de estrenarlo; ya os digo que no soy muy de exfoliantes, así que la mayor parte del tiempo no era porque no quisiera usarlo, es que directamente me olvidaba de su existencia. Pero por fin llegó el día.

La verdad es que el diseño del envase no tiene nada de especial, ni llama mucho la atención. Plástico, una curva rara, mucha letra pequeña, menor capacidad (260 gr) de lo que aparenta. Lo más probable es que si en lugar de poner 'hot chocolate' hubiera puesto cualquier otra cosa que se les hubiera ocurrido, qué se yo, coco, o frutas del bosque, ni lo habría mirado dos veces.


Si estoy escribiendo sobre él, es porque desde el primer momento en que lo abrí, me conquistó. Nada más destapar el bote, supe que escribiría un post sobre él. Aún no sabía si para bien o para mal, porque aún no lo había probado, pero tenía que hablar del olor. El chocolate me puede. Si no os van los olores dulces u os resultan empalagosos, mejor que ni os acerquéis a este exfoliante. Pero si os gusta el chocolate tanto como a mí, entonces usarlo será toda una experiencia, porque el olor se escapa del envase nada más abrirlo, se expande por todo el baño, se impregna en la piel, y es una gozada. Dan ganas de comérselo.


Pero no es sólo ese olor a chocolate, es también la textura, tanto la del grano exfoliante como la del medio que lo contiene. El grano es gordito, denso y abundante. De hecho es azúcar, así que es muy fácil imaginar su textura. Perfecta para rascar y sentir que hace su trabajo, pero sin llegar a hacer daño. Además tiene una ventaja que he notado respecto al de Korres y es que, al tratarse de azúcar, con el agua y la fricción ésta se va deshaciendo por sí sola, y en cuestión de segundos se desintegra casi por completo, proporcionando la duración justa para poder hacer un buen masaje sobre la piel, pero sin riesgo de excederse e irritarla. Punto doble porque además no contamina nada, al contrario que el grano artificial, que no se desintegra en la ducha y acaba llegando al mar, donde se deposita sobre el lecho marino. 


En cuanto al medio, tiene una textura espesa, como de miel cruda, sin llegar a ser pringosa o pegajosa, que se extiende perfectamente sobre la piel húmeda (y que dan ganas de untar en una tostada), por lo que aunque la cantidad que viene en el envase puede engañar, porque tiene un diseño un poco jeta, de esos que parece que contienen el doble de producto de lo que viene en realidad, al final cunde bastante. Llevo usándolo casi todo el verano, sobre todo en las piernas, más o menos una vez a la semana, y todavía no se me ha terminado, aunque ya he pedido otros dos a iHerb, uno para mi madre, que quiero que lo pruebe, y otro para mí.

Después de usarlo deja la piel muy suave, sin resecarla para nada, o al menos a mí me lo ha parecido, y eso que tengo tendencia a que se me sequen muchísimo las piernas, sobre todo en verano, cuando si no me cuido se me cuartean y parece eso el desierto de Gobi, todo craquelado. También me queda una sensación muy agradable de ligereza, porque el masaje me ayuda con la circulación, que en mi caso no es la más fluida del mundo. Si no fuera porque no recomiendan exfoliarse tan a menudo (y porque soy vaga), lo usaría a diario.

Os pongo una foto del INCI, para que podáis ver los ingredientes. 


Su principal componentes es, lógicamente, el azúcar, seguido de aceite de semilla de cártamo (carthamus tinctorius). También lleva, en tercer lugar, y esto no me gusta nada, Polysorbate 20, un tensioactivo que se obtiene por un proceso conocido como etoxilación, que, si estáis familiarizados con el tema de la cosmética ecológica y saludable, sabréis que es un punto rojo bien gordo en el expediente de cualquier producto que presuma de natural. Éste es quizá el único fallo de la fórmula, porque si seguís adelante veréis que el resto son casi todo extractos de plantas y aceites vegetales: aceite de kukui o nuez de la India, manteca de karité, polvo de cáscara de nuez (aquí creo que hay un poco de trampa, porque si os fijáis en el envase pone claramente 'with crushed cocoa beans', es decir, con granos de cacao machacados, cuando lo único que aparece en el INCI remotamente parecido a eso es la cáscara de nuez, pero bueno), aloe vera, extracto de miel, aceite de almendras dulces, extracto de semillas de macadamia y manteca de cacao, varios de ellos con certificado ecológico. Una maravilla, vamos.

Es una verdadera pena lo del Polysorbate 20, porque el resto de la fórmula es estupenda, y además vegana. Aun así, se lo puedo pasar porque es un producto que se aclara, y que no está pensado para permanecer sobre la piel (como una hidratante o un desodorante), sino para ser retirado a los pocos segundos de haberlo aplicado, por lo que la exposición es mínima y seguramente insignificante. 

También se lo perdono porque la experiencia de usarlo en la ducha, con el agua caliente corriendo sobre la piel, el azúcar disolviéndose y arrastrando consigo las células muertas, y los vapores de la manteca de cacao flotando mientras tanto en el ambiente, es una verdadera gozada para una loca del chocolate como yo.

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