Os voy a confesar una cosa: tengo
el pelo graso. Extremadamente fino, extremadamente liso, y muy, muy graso.
Es un problema con el que llevo
batallando más o menos desde que tenía trece años, cuando los cambios
hormonales hicieron su aparición y se cargaron el delicado equilibrio que regía
en mi cuero cabelludo. Pasé de lavarme la cabeza una o dos veces por semana, a
tener que lavarme el pelo día sí, día no, cuando no todos los días, para
mantener la grasa a raya.
No exagero; el pelo no me dura limpio dos días seguidos. A veces, si hay
suerte, llego a las veinticuatro horas,
pero el efecto de dormir suele ser fulminante. Me voy a la cama con el
pelo recién lavado, limpito y
resplandeciente, y me levanto con él aplastado, mate y dividido en fascículos a
la altura de la coronilla. Es lo que hay y lo tengo asumido: tras una noche
entera en contacto con la almohada, mi pelo ya no vuelve a ser el mismo.
Es un pequeño drama cotidiano con
el que tengo abierta una lucha constante, uno de esos llamados “problemas del
primer mundo” que pueden no parecer muy importantes, pero que son un fastidio y
dan mucha guerra en el día a día. Hace
tiempo que descubrí algunos trucos sencillos que funcionan, para no tener que
lavarme el pelo todos los días sin descanso —algo que no es nada bueno—, como
el champú seco, las trenzas de raíz, o el lavármelo por la mañanas, en lugar de
por la noches.
Son pequeñas cosas con las que
gano algo de tiempo, y gracias a las cuales he ido consiguiendo espaciar los
lavados, más o menos, mientras probaba
todos los champús habidos y por haber, que prometían maravillas sobre un
pelo limpio durante más tiempo, acabando con la grasa de raíz. Champús
convencionales, champús de farmacia, champús caros de peluquería, champús de
marca blanca, champús de balneario, champús novedosos que anuncian en la tele y
champús de toda la vida de los que usaba la abuela. Pero, qué queréis que os
diga, ninguno de ellos ha supuesto un gran cambio en mi vida. Al final todo se
queda en mentiras, exageraciones y técnicas de marketing engañosas, que nos
tragamos mansamente, con el argumento de que quizá ese champú no esté hecho
para nosotros, aunque seguramente a otra gente sí le funcione.
Así estaban las cosas hasta que,
hace no mucho, navegando por Internet, hice dos descubrimientos muy importantes.
El primero, fue comprender la raíz del problema.
Entiendo que, en mi caso, la grasa es un factor genético, como lo es el hecho
de tener el pelo muy fino, o liso como una tabla. Es algo con lo que, de una
forma u otra, siempre tendré que lidiar. Sin embargo, ha habido épocas en las
que, tras utilizar determinados champús antigrasa, mi pelo se ensuciaba
igualmente —e incluso más rápido—, y además tenía picores en el cuero
cabelludo, y como pequeñas descamaciones, pellejitos blancos que se desprendían
de la cabeza y se adherían al pelo.
Al principio pensé que se trataba
de caspa. Creo que nunca en mi vida he tenido caspa, pero es verdad que es algo
que le puede pasar a cualquiera, en el momento menos pensado. Llegué a usar un
champú anticaspa para atajar el asunto, pero no pareció servir de nada. Notaba
la cabeza seca y tirante, y eso me provocaba picor. Empecé a investigar en
Internet, saltando de página en página, tanto en español como en inglés, y al
final, después de dar muchas vueltas, llegué a una conclusión: no tenía caspa,
lo que tenía era el cuero cabelludo
seco.
Parecía un contrasentido. ¿Cómo
era posible que tuviera la piel tan seca, cuando tenía el pelo tan graso? Pues
lo es. Es perfectamente posible, y además muy común. Como común es confundir
los síntomas de un cuero cabelludo seco con caspa. No son lo mismo. De hecho,
aunque a simple vista se parezcan mucho (picores, descamaciones…) en realidad
no tienen nada que ver, ni en su origen ni en la forma en que deben tratarse. Conociendo
bien los síntomas, y si se presta suficiente atención, no es difícil distinguir entre caspa y sequedad. Si buscáis un poco en Internet, podéis
encontrar montones de artículos que ofrecen ayuda para diferenciar entre ambos problemas.
La caspa es un microorganismo, un
tipo de hongo o levadura que se alimenta de células muertas y los aceites que
se forman en la cabeza. La caspa es grasienta y se agarra al cuero cabelludo, forma copos grandes, muy difíciles de quitar del pelo, y tiene un tono blancuzco-amarillento.
En cambio, la sequedad se debe a
una falta de hidratación en la piel del cráneo que provoca que ésta se descame.
Mientras la caspa se adhiere al cuero cabelludo, y no se va al cepillarla, los
pellejitos fruto de la descamación caen con facilidad de la cabeza al
sacudirlos ligeramente. Además el tamaño de las escamas es más pequeño que la
caspa, y su color es más claro, casi translúcido, ya que se trata únicamente de
células muertas que se desprenden del cuero cabelludo.
Diferenciar entre ambos es más
importante de lo que parece, ya que si tienes el cuero cabelludo seco y
utilizas un champú anticaspa para tratarlo, pensando que lo que tienes es
caspa, no sólo no resolverás el problema, sino que incluso puede que lo
empeores, ya que el champú anticaspa reseca aún más la piel. Por otra parte, la caspa es un problema médico y, como tal, debería
ser diagnosticada y tratada por un dermatólogo.
Los factores que pueden dar lugar
a un cuero cabelludo seco son muchos y variados: genéticos, alimenticios,
climatológicos… El causante del problema puede ser uno sólo, o bien varios de
ellos combinados. La temperatura y el tipo de agua con que te lavas el pelo
también son aspectos a tener en cuenta, así como los componentes de tu champú y el uso de determinados
productos capilares.
Ese fue el primer gran descubrimiento,
que me permitió acotar y comprender mejor el problema, después de años padeciéndolo
sin terminar de entenderlo del todo. Tenía
el cuero cabelludo seco, y las raíces grasas. Claro, esto es un tema,
porque a ver cómo hidratas el cuero cabelludo teniendo el pelo graso, sin que
éste se engrase aún más. O, visto de otro modo, a ver cómo secas la grasa de
las raíces, sin resecar todavía más el cuero cabelludo.
Lo que todavía no entendía, y
aquí viene la segunda parte del descubrimiento, es que el cuero cabelludo seco es una causa directa de las raíces grasas.
Ambos están íntimamente interrelacionados. La piel produce aceites de forma
natural, formando una película protectora que le permite mantener su pH
equilibrado y defenderse de las agresiones externas. Estos aceites son necesarios, y muy importantes. Por ello, el tener la piel
seca hace que, por sobre-compensación, el cuerpo produzca más grasa de la
necesaria en las raíces capilares para hacer frente a esa sequedad y devolver así
el equilibrio al cuero cabelludo.
Y ahí fue cuando, investigando
sobre el tema, llegué por primera vez (llegué tarde, lo sé. Pero al menos
llegué) al célebre post de Acapulco70,
“El mito del champú”. Un post estupendo, verdaderamente interesante y
escrito de forma impecable, en el que se desgranan las verdades y mentiras de
los detergentes que usamos para lavarnos la cabeza y que comúnmente conocemos
como champú. El post original de
Acapulco70 ya no existe, dado que —por desgracia—, el blog fue cerrado hace
poco, pero si tenéis interés en leerlo podéis consultarlo —más o menos
completo— a través de este enlace.
Os diré que la idea más
importante con la que me quedé de todo aquello, fue que la inmensa mayoría de
los champús que se comercializan en el mercado incorporan, entre otros
componentes, un elevado porcentaje de detergente
(el temido Sodium Laureth o Sodium Lauryl Sulfate) que es barato y fácil de obtener para
los fabricantes, y que además es efectivo: arrastra la suciedad del pelo,
dejándolo limpio y reluciente.
El problema es que este
detergente, junto con la suciedad y los residuos, también se lleva consigo todos los aceites y grasas presentes de manera natural
en la piel del cuero cabelludo, dejándola totalmente seca y expuesta (de ahí las descamaciones). Esto
conlleva un desequilibrio que, a su vez, obliga a los folículos pilosos a
producir más y más grasa para compensar la sequedad de la piel. No a todo el
mundo tiene por qué sucederle lo mismo, claro, porque en todo este proceso
influyen muchos factores, pero desde luego es exactamente lo que me pasa a mí.
Fue entonces cuando por fin lo
comprendí. El problema no es la grasa.
El problema nunca ha sido la grasa. He probado sin éxito todos los champús
habidos y por haber para combatir la grasa, sin entender que la grasa no era el
problema, sino una consecuencia del problema, igual que el picor, la sequedad ,las descamaciones o
la tirantez. El problema está en la piel.
La clave de todo este asunto es el cuero cabelludo, y yo estaba combatiendo un síntoma,
en lugar de atacar la raíz de la enfermedad.
Cuanto más seca esté la piel del
cuero cabelludo, más se acentúa el problema de la grasa. Y nada reseca más la cabeza que los champús antigrasa, que ponen un
lindo parche a tus tribulaciones capilares, dejándote un pelo limpio y
reluciente —al menos durante unas horas— a costa de empeorar cada vez más el
problema de base, sin darle en ningún caso solución.
Después de leer aquel post,
empecé a mirar las etiquetas de todos los champús que encontré por casa. Todos,
los que eran míos y los que no, y hasta los de los pequeños botes y frascos
sustraídos a los hoteles a lo largo de los años. Y no había ni uno sólo que no
empezara la lista de ingredientes con el famoso Sodium Laureth Sulfate. Ni uno.
Así pues, y convencida de haber
encontrado la panacea a todos mis problemas, compré en eBay dos botes —sí, dos, yo a lo grande— del acondicionador de pelo con árbol de té de Avalon Organics que recomendaba Acapulco70 y probé a lavarme el pelo sólo con él, sin
usar champú, tal y como ella sugería.
El resultado, en mi caso, desde
luego no fue el esperado. Al principio, cuando todavía estaba húmedo, parecía
limpio, pero en cuanto se secó del todo me di cuenta de que mi pelo estaba mate
y apelmazado, y la coronilla empezaba a engrasarse incluso antes de haber
puesto un pie fuera de casa.
Comprendí que aquella solución,
tan válida para ella, no servía para mí. Yo no podía prescindir del champú; mi
pelo no lo permitía.
Sin embargo, sabía que no iba muy
desencaminada, y que ya había dado un primer paso en la dirección acertada, por
lo que decidí dar otro más. Volví a la tienda de eBay donde había encontrado el
acondicionador y, esta vez, compré, por unos 8 dólares cada uno, dos botes de champú, de la misma marca y
gama: Avalon Organics Scalp Treatment Tea
Tree.
Es un champú rico en ingredientes
naturales, igual que el acondicionador, y no lleva detergentes agresivos para
el pelo. Pero sobre todo, lo que me convenció de que debía
seguir intentándolo, más allá de los tensioactivos naturales, fue el nombre de la
línea de aquel champú: Scalp Treatment,
es decir, un tratamiento específico para el cuero cabelludo. En ninguna parte
decía ser un champú antigrasa. No hacía promesas milagrosas acerca de un pelo más
limpio más tiempo ni nada de eso. Simplemente se anunciaba como un champú especialmente
pensado para hidratar y cuidar el cuero cabelludo. Es decir, la raíz de todo el
problema, y justo lo que yo necesitaba.
Así que en cuanto llegó a casa, probé
a lavarme el pelo con él, y después usé el acondicionador en las puntas, tal y
como uso normalmente el acondicionador. El resultado fue que el pelo me quedó
limpio, brillante y suave, exactamente como quedaría con un champú normal, sólo
que sin necesidad de detergentes agresivos. Lo que significa, en primer lugar,
que esos detergentes no son necesarios
para tener el pelo limpio. (Sí que lleva, sin embargo, un componente llamado Sodium Cocoyl Sulfate, aunque en menor concentración (tercero en la lista de ingredientes), que es lo próximo en lo que habrá que indagar).
Pero ahora viene lo interesante. Me
lavé el pelo por la mañana y aguantó limpio todo el día, incluido el flequillo,
lo que ya es para nota. No sólo eso. A la mañana siguiente, mi pelo seguía
limpio. El champú pasó incluso la prueba de la almohada que, para mí, es la
prueba de fuego. De hecho, la grasa no hizo su aparición hasta más o menos la
mitad de ese segundo día. En definitiva, el resultado fue muy bueno. A ver, está
claro que no es la panacea definitiva, entiendo que no se pueden hacer milagros
de la noche a la mañana, y sé que tengo predisposición a la grasa. Pero ahora
mi pelo aguanta limpio bastante más tiempo, casi el doble que antes, antes de
empezar a engrasarse, y ya no se me descama el cuero cabelludo.
Estoy muy contenta con los
resultados, porque creo que estoy en el buen camino. Entiendo que el champú que
uso ahora equilibra e hidrata mi cuero cabelludo, lo que a su vez disminuye la
necesidad de los folículos pilosos de producir un exceso de grasa para contrarrestar
la sequedad. Así que seguiré indagando en esa dirección, probando y
experimentando otras opciones. Puede que algún día consiga incluso ganarle
definitivamente la batalla a la grasa. Tal vez, quizá. Ojalá.
Mientras tanto, os dejo las dos
conclusiones más importantes que se desprenden de todo este rollo:
- El primer paso para resolver un problema, es comprender la causa de dicho problema.
- Cuero cabelludo seco y caspa no son lo mismo, y por lo tanto no deben tratarse de la misma manera. Aprender a distinguirlos es fundamental.
- La solución no es vivir sin champú, sino dar con el champú adecuado.
P.D. "El pelo graso sucio es un asco, pero cuando está limpio es el pelo más bonito de todos". Palabra de abuela.
Muy interesante!!
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarverdaderamente es un shock tener el pelo graso y que sea cuero cabelludo seco.
Mi ducha tiene la colección completa de los champús de pelo graso y mi cabeza está tirante, con picor y brilla como una bola de billar!! horrible! por no hablar del olor que produce la grasa.
Desde el 2013 de esta publicación, ¿has encontrado otros champús que no irriten tanto el cuero cabelludo y sobre todo que no lo hagan brillar así!? Gracias
¡Hola, Strawberry! La verdad es que sí, parece totalmente contradictorio, por eso nos cuesta tanto entender lo que nos pasa y cómo ponerle solución :) He probado muchísimos champús desde que publiqué esta entrada, unos me han gustado más que otros, pero así, en general, te diré que con que pruebes cualquiera que no lleve sulfatos ya notarás la diferencia. Es increíble lo que pueden llegar a resecar e irritar el cuero cabelludo componentes como el sodium laureth o el sodium lauryl sulfate. La próxima vez que vayas a comprar champú, dale la vuelta, lee los ingredientes y asegúrate de que no lleve nada terminado en "sulfate". Eso sí, mejor busca en herbolarios o tiendas de cosmética natural, porque encontrar un buen champú en un supermercado o en una farmacia es tarea prácticamente imposible :( A mí, de todos los que he probado hasta ahora, el que mejor me ha funcionado es el champú de propóleo del Herbolario Navarro, pero hay montones de marcas estupendas, te recomiendo que pruebes y experimentes, hasta dar con la que mejor te funcione. También me va muy bien aclararme el pelo con vinagre de manzana una vez a la semana, dejándolo actuar unos minutos, como si fuera un suavizante. Deja el pelo increíble :) Lo más importantes es que no te conformes con los champús cutres del súper, hay mil opciones mejores para ti y para tu cuero cabelludo. Ya me contarás, ¡mucha suerte!
EliminarSerias de mucha ayuda me dejaras tu email para que me ayudaras por favor y gracias :)
EliminarMuchas gracias! el champú de propóleo solo se puede comprar en el herbolario navarro? no hay otro sitios?
ResponderEliminarEse champú en concreto sí, porque es de una marca propia del herbolario Navarro. De todas formas, no hace falta que te compres justo ese, prueba con cualquier champú de herbolario, uno que no lleve siliconas ni sulfatos ¡y ya verás cómo notas la diferencia!
EliminarOn Health Beauty take care of your health and beauty we provide you tips and tricks for your good health Follow easy health tips to stay active and healthy.
ResponderEliminarClick Here to get Health & Beauty Tips
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarA mí también me pasa lo mismo. Me ducho justo antes de dormir y al levantarme al día siguiente ya tengo el pelo totalmente graso, parece como si no me hubiera duchado en 5 ó más días, si la gente me ve con el pelo graso a lo mejor piensa que ya 100% seguro que no me he duchado de entrada, pero no es así. Pero qué se le va a hacer.
ResponderEliminarMe pasa incluso cuando no hace calor y ni tampoco estoy muy tapado a la hora de dormir.
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