martes, 26 de noviembre de 2013

El drama del pelo graso

Os voy a confesar una cosa: tengo el pelo graso. Extremadamente fino, extremadamente liso, y muy, muy graso.

Es un problema con el que llevo batallando más o menos desde que tenía trece años, cuando los cambios hormonales hicieron su aparición y se cargaron el delicado equilibrio que regía en mi cuero cabelludo. Pasé de lavarme la cabeza una o dos veces por semana, a tener que lavarme el pelo día sí, día no, cuando no todos los días, para mantener la grasa a raya.

No exagero; el pelo no me dura limpio dos días seguidos. A veces, si hay suerte, llego a  las veinticuatro horas, pero el efecto de dormir suele ser fulminante. Me voy a la cama con el pelo  recién lavado, limpito y resplandeciente, y me levanto con él aplastado, mate y dividido en fascículos a la altura de la coronilla. Es lo que hay y lo tengo asumido: tras una noche entera en contacto con la almohada, mi pelo ya no vuelve a ser el mismo.

Es un pequeño drama cotidiano con el que tengo abierta una lucha constante, uno de esos llamados “problemas del primer mundo” que pueden no parecer muy importantes, pero que son un fastidio y dan mucha guerra en el día a día.  Hace tiempo que descubrí algunos trucos sencillos que funcionan, para no tener que lavarme el pelo todos los días sin descanso —algo que no es nada bueno—, como el champú seco, las trenzas de raíz, o el lavármelo por la mañanas, en lugar de por la noches.

Son pequeñas cosas con las que gano algo de tiempo, y gracias a las cuales he ido consiguiendo espaciar los lavados, más o menos, mientras probaba todos los champús habidos y por haber, que prometían maravillas sobre un pelo limpio durante más tiempo, acabando con la grasa de raíz. Champús convencionales, champús de farmacia, champús caros de peluquería, champús de marca blanca, champús de balneario, champús novedosos que anuncian en la tele y champús de toda la vida de los que usaba la abuela. Pero, qué queréis que os diga, ninguno de ellos ha supuesto un gran cambio en mi vida. Al final todo se queda en mentiras, exageraciones y técnicas de marketing engañosas, que nos tragamos mansamente, con el argumento de que quizá ese champú no esté hecho para nosotros, aunque seguramente a otra gente sí le funcione.

Así estaban las cosas hasta que, hace no mucho, navegando por Internet, hice dos descubrimientos muy importantes.

El primero, fue comprender la raíz del problema. Entiendo que, en mi caso, la grasa es un factor genético, como lo es el hecho de tener el pelo muy fino, o liso como una tabla. Es algo con lo que, de una forma u otra, siempre tendré que lidiar. Sin embargo, ha habido épocas en las que, tras utilizar determinados champús antigrasa, mi pelo se ensuciaba igualmente —e incluso más rápido—, y además tenía picores en el cuero cabelludo, y como pequeñas descamaciones, pellejitos blancos que se desprendían de la cabeza y se adherían al pelo.

Al principio pensé que se trataba de caspa. Creo que nunca en mi vida he tenido caspa, pero es verdad que es algo que le puede pasar a cualquiera, en el momento menos pensado. Llegué a usar un champú anticaspa para atajar el asunto, pero no pareció servir de nada. Notaba la cabeza seca y tirante, y eso me provocaba picor. Empecé a investigar en Internet, saltando de página en página, tanto en español como en inglés, y al final, después de dar muchas vueltas, llegué a una conclusión: no tenía caspa, lo que tenía era el cuero cabelludo seco.

Parecía un contrasentido. ¿Cómo era posible que tuviera la piel tan seca, cuando tenía el pelo tan graso? Pues lo es. Es perfectamente posible, y además muy común. Como común es confundir los síntomas de un cuero cabelludo seco con caspa. No son lo mismo. De hecho, aunque a simple vista se parezcan mucho (picores, descamaciones…) en realidad no tienen nada que ver, ni en su origen ni en la forma en que deben tratarse. Conociendo bien los síntomas, y si se presta suficiente atención, no es difícil distinguir entre caspa y sequedad. Si buscáis un poco en Internet, podéis encontrar montones de artículos que ofrecen ayuda para diferenciar entre ambos problemas.

La caspa es un microorganismo, un tipo de hongo o levadura que se alimenta de células muertas y los aceites que se forman en la cabeza. La caspa es grasienta y se agarra al cuero cabelludo, forma copos grandes, muy difíciles de quitar del pelo, y tiene un tono blancuzco-amarillento.

En cambio, la sequedad se debe a una falta de hidratación en la piel del cráneo que provoca que ésta se descame. Mientras la caspa se adhiere al cuero cabelludo, y no se va al cepillarla, los pellejitos fruto de la descamación caen con facilidad de la cabeza al sacudirlos ligeramente. Además el tamaño de las escamas es más pequeño que la caspa, y su color es más claro, casi translúcido, ya que se trata únicamente de células muertas que se desprenden del cuero cabelludo.

Diferenciar entre ambos es más importante de lo que parece, ya que si tienes el cuero cabelludo seco y utilizas un champú anticaspa para tratarlo, pensando que lo que tienes es caspa, no sólo no resolverás el problema, sino que incluso puede que lo empeores, ya que el champú anticaspa reseca aún más la piel. Por otra parte, la caspa es un problema médico y, como tal, debería ser diagnosticada y tratada por un dermatólogo.

Los factores que pueden dar lugar a un cuero cabelludo seco son muchos y variados: genéticos, alimenticios, climatológicos… El causante del problema puede ser uno sólo, o bien varios de ellos combinados. La temperatura y el tipo de agua con que te lavas el pelo también son aspectos a tener en cuenta, así como los componentes de tu champú y el uso de determinados productos capilares.

Ese fue el primer gran descubrimiento, que me permitió acotar y comprender mejor el problema, después de años padeciéndolo sin terminar de entenderlo del todo. Tenía el cuero cabelludo seco, y las raíces grasas. Claro, esto es un tema, porque a ver cómo hidratas el cuero cabelludo teniendo el pelo graso, sin que éste se engrase aún más. O, visto de otro modo, a ver cómo secas la grasa de las raíces, sin resecar todavía más el cuero cabelludo.

Lo que todavía no entendía, y aquí viene la segunda parte del descubrimiento, es que el cuero cabelludo seco es una causa directa de las raíces grasas. Ambos están íntimamente interrelacionados. La piel produce aceites de forma natural, formando una película protectora que le permite mantener su pH equilibrado y defenderse de las agresiones externas. Estos aceites son necesarios, y muy importantes. Por ello, el tener la piel seca hace que, por sobre-compensación, el cuerpo produzca más grasa de la necesaria en las raíces capilares para hacer frente a esa sequedad y devolver así el equilibrio al cuero cabelludo.

Y ahí fue cuando, investigando sobre el tema, llegué por primera vez (llegué tarde, lo sé. Pero al menos llegué) al célebre post de Acapulco70, “El mito del champú”. Un post  estupendo, verdaderamente interesante y escrito de forma impecable, en el que se desgranan las verdades y mentiras de los detergentes que usamos para lavarnos la cabeza y que comúnmente conocemos como champú. El post original de Acapulco70 ya no existe, dado que —por desgracia—, el blog fue cerrado hace poco, pero si tenéis interés en leerlo podéis consultarlo —más o menos completo— a través de este enlace.

Os diré que la idea más importante con la que me quedé de todo aquello, fue que la inmensa mayoría de los champús que se comercializan en el mercado incorporan, entre otros componentes, un elevado porcentaje de detergente (el temido Sodium Laureth Sodium Lauryl Sulfate) que es barato y fácil de obtener para los fabricantes, y que además es efectivo: arrastra la suciedad del pelo, dejándolo limpio y reluciente.

El problema es que este detergente, junto con la suciedad y los residuos, también se lleva consigo todos los aceites y grasas presentes de manera natural en la piel del cuero cabelludo, dejándola totalmente seca y expuesta (de ahí las descamaciones). Esto conlleva un desequilibrio que, a su vez, obliga a los folículos pilosos a producir más y más grasa para compensar la sequedad de la piel. No a todo el mundo tiene por qué sucederle lo mismo, claro, porque en todo este proceso influyen muchos factores, pero desde luego es exactamente lo que me pasa a mí.

Fue entonces cuando por fin lo comprendí. El problema no es la grasa. El problema nunca ha sido la grasa. He probado sin éxito todos los champús habidos y por haber para combatir la grasa, sin entender que la grasa no era el problema, sino una consecuencia del problema, igual que el picor, la sequedad ,las descamaciones o la tirantez. El problema está en la piel. La clave de todo este asunto es el cuero cabelludo, y yo estaba combatiendo un síntoma, en lugar de atacar la raíz de la enfermedad.

Cuanto más seca esté la piel del cuero cabelludo, más se acentúa el problema de la grasa. Y nada reseca más la cabeza que los champús antigrasa, que ponen un lindo parche a tus tribulaciones capilares, dejándote un pelo limpio y reluciente —al menos durante unas horas— a costa de empeorar cada vez más el problema de base, sin darle en ningún caso solución.

Después de leer aquel post, empecé a mirar las etiquetas de todos los champús que encontré por casa. Todos, los que eran míos y los que no, y hasta los de los pequeños botes y frascos sustraídos a los hoteles a lo largo de los años. Y no había ni uno sólo que no empezara la lista de ingredientes con el famoso Sodium Laureth Sulfate. Ni uno.

Así pues, y convencida de haber encontrado la panacea a todos mis problemas, compré en eBay dos botes  —sí, dos, yo a lo grande— del acondicionador de pelo con árbol de té de Avalon Organics que recomendaba Acapulco70 y probé a lavarme el pelo sólo con él, sin usar champú, tal y como ella sugería.


El resultado, en mi caso, desde luego no fue el esperado. Al principio, cuando todavía estaba húmedo, parecía limpio, pero en cuanto se secó del todo me di cuenta de que mi pelo estaba mate y apelmazado, y la coronilla empezaba a engrasarse incluso antes de haber puesto un pie fuera de casa.

Comprendí que aquella solución, tan válida para ella, no servía para mí. Yo no podía prescindir del champú; mi pelo no lo permitía.

Sin embargo, sabía que no iba muy desencaminada, y que ya había dado un primer paso en la dirección acertada, por lo que decidí dar otro más. Volví a la tienda de eBay donde había encontrado el acondicionador y, esta vez, compré, por unos 8 dólares cada uno, dos botes de champú, de la misma marca y gama: Avalon Organics Scalp Treatment Tea Tree.

Es un champú rico en ingredientes naturales, igual que el acondicionador, y no lleva detergentes agresivos para el pelo. Pero sobre todo, lo que me convenció de que debía seguir intentándolo, más allá de los tensioactivos naturales, fue el nombre de la línea de aquel champú: Scalp Treatment, es decir, un tratamiento específico para el cuero cabelludo. En ninguna parte decía ser un champú antigrasa. No hacía promesas milagrosas acerca de un pelo más limpio más tiempo ni nada de eso. Simplemente se anunciaba como un champú especialmente pensado para hidratar y cuidar el cuero cabelludo. Es decir, la raíz de todo el problema, y justo lo que yo necesitaba.

Así que en cuanto llegó a casa, probé a lavarme el pelo con él, y después usé el acondicionador en las puntas, tal y como uso normalmente el acondicionador. El resultado fue que el pelo me quedó limpio, brillante y suave, exactamente como quedaría con un champú normal, sólo que sin necesidad de detergentes agresivos. Lo que significa, en primer lugar, que esos detergentes no son necesarios para tener el pelo limpio. (Sí que lleva, sin embargo, un componente llamado Sodium Cocoyl Sulfate, aunque en menor concentración (tercero en la lista de ingredientes), que es lo próximo en lo que habrá que indagar).

Pero ahora viene lo interesante. Me lavé el pelo por la mañana y aguantó limpio todo el día, incluido el flequillo, lo que ya es para nota. No sólo eso. A la mañana siguiente, mi pelo seguía limpio. El champú pasó incluso la prueba de la almohada que, para mí, es la prueba de fuego. De hecho, la grasa no hizo su aparición hasta más o menos la mitad de ese segundo día. En definitiva, el resultado fue muy bueno. A ver, está claro que no es la panacea definitiva, entiendo que no se pueden hacer milagros de la noche a la mañana, y sé que tengo predisposición a la grasa. Pero ahora mi pelo aguanta limpio bastante más tiempo, casi el doble que antes, antes de empezar a engrasarse, y ya no se me descama el cuero cabelludo.

Estoy muy contenta con los resultados, porque creo que estoy en el buen camino. Entiendo que el champú que uso ahora equilibra e hidrata mi cuero cabelludo, lo que a su vez disminuye la necesidad de los folículos pilosos de producir un exceso de grasa para contrarrestar la sequedad. Así que seguiré indagando en esa dirección, probando y experimentando otras opciones. Puede que algún día consiga incluso ganarle definitivamente la batalla a la grasa. Tal vez, quizá. Ojalá.

Mientras tanto, os dejo las dos conclusiones más importantes que se desprenden de todo este rollo:
  • El primer paso para resolver un problema, es comprender la causa de dicho problema.
  • Cuero cabelludo seco y caspa no son lo mismo, y por lo tanto no deben tratarse de la misma manera. Aprender a distinguirlos es fundamental.
  • La solución no es vivir sin champú, sino dar con el champú adecuado.
P.D. "El pelo graso sucio es un asco, pero cuando está limpio es el pelo más bonito de todos". Palabra de abuela.

10 comentarios:

  1. Hola,
    verdaderamente es un shock tener el pelo graso y que sea cuero cabelludo seco.
    Mi ducha tiene la colección completa de los champús de pelo graso y mi cabeza está tirante, con picor y brilla como una bola de billar!! horrible! por no hablar del olor que produce la grasa.
    Desde el 2013 de esta publicación, ¿has encontrado otros champús que no irriten tanto el cuero cabelludo y sobre todo que no lo hagan brillar así!? Gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola, Strawberry! La verdad es que sí, parece totalmente contradictorio, por eso nos cuesta tanto entender lo que nos pasa y cómo ponerle solución :) He probado muchísimos champús desde que publiqué esta entrada, unos me han gustado más que otros, pero así, en general, te diré que con que pruebes cualquiera que no lleve sulfatos ya notarás la diferencia. Es increíble lo que pueden llegar a resecar e irritar el cuero cabelludo componentes como el sodium laureth o el sodium lauryl sulfate. La próxima vez que vayas a comprar champú, dale la vuelta, lee los ingredientes y asegúrate de que no lleve nada terminado en "sulfate". Eso sí, mejor busca en herbolarios o tiendas de cosmética natural, porque encontrar un buen champú en un supermercado o en una farmacia es tarea prácticamente imposible :( A mí, de todos los que he probado hasta ahora, el que mejor me ha funcionado es el champú de propóleo del Herbolario Navarro, pero hay montones de marcas estupendas, te recomiendo que pruebes y experimentes, hasta dar con la que mejor te funcione. También me va muy bien aclararme el pelo con vinagre de manzana una vez a la semana, dejándolo actuar unos minutos, como si fuera un suavizante. Deja el pelo increíble :) Lo más importantes es que no te conformes con los champús cutres del súper, hay mil opciones mejores para ti y para tu cuero cabelludo. Ya me contarás, ¡mucha suerte!

      Eliminar
    2. Serias de mucha ayuda me dejaras tu email para que me ayudaras por favor y gracias :)

      Eliminar
  2. Muchas gracias! el champú de propóleo solo se puede comprar en el herbolario navarro? no hay otro sitios?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ese champú en concreto sí, porque es de una marca propia del herbolario Navarro. De todas formas, no hace falta que te compres justo ese, prueba con cualquier champú de herbolario, uno que no lleve siliconas ni sulfatos ¡y ya verás cómo notas la diferencia!

      Eliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. A mí también me pasa lo mismo. Me ducho justo antes de dormir y al levantarme al día siguiente ya tengo el pelo totalmente graso, parece como si no me hubiera duchado en 5 ó más días, si la gente me ve con el pelo graso a lo mejor piensa que ya 100% seguro que no me he duchado de entrada, pero no es así. Pero qué se le va a hacer.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me pasa incluso cuando no hace calor y ni tampoco estoy muy tapado a la hora de dormir.

      Eliminar