viernes, 27 de junio de 2014

Encontrar el pantalón corto perfecto no es moco de pavo

Desde que empezaron a subir las temperaturas, allá por abril, cuando el buen tiempo nos engañó y nos hizo guardar toda la ropa de abrigo a cal y canto justo antes de traer de vuelta el frío polar, hubo ya gente que se lanzó a la calle con su ropita fresca de verano: faldas, vestidos, sandalias y pantalones cortos. Empezaron a verse piernas blancas y los primeros deditos al aire, pero también otras cosas que no deberían verse.

Y es que siempre hay quien, con la emoción y el optimismo que trae consigo el buen tiempo, y deseoso de guardar de una vez botas y jerséis de lana, se olvida de echarse un buen vistazo al espejo antes de salir de casa. Me refiero a un vistazo completo, de 360º, desde todos los ángulos posibles y también a contraluz. Porque sí, puede que ese vestido tan mono que te compraste en febrero y que estabas esperando a los primeros rayitos de sol para poder lucirlo, te siente estupendamente cuando te miras en el espejo de casa, o incluso en el probador de la tienda (cosa que ya es difícil, porque en los probadores de las tiendas sienta todo fatal). Pero luego resulta que sales a la calle tan contenta, pensándote monísima, y la realidad es que vas prácticamente desnuda por la vida. 


Con un poco de suerte, te darás cuenta justo antes de salir de casa, al verte al trasluz de una ventana, o quizá algún alma caritativa en tu familia te lo hará notar: "hija, esa falda se te transparenta toda".


Pero en el peor de los casos harás el ridículo durante todo el día. Y si te das cuenta tarde, será aún peor. Te obsesionarás con ello cada vez que alguien se te quede mirando raro. Pero que no cunda el pánico. A todos nos ha pasado. Yo soy la primera que ha metido la pata más de una vez. Aún sigo haciéndolo de vez en cuando. Por eso extremo precauciones y trato siempre de comprobar que todo está en orden antes de poner un pie fuera de casa. 


Hay mujeres, y mujeres de todas las edades, desde niñas pre-adolescentes hasta señoras hechas y derechas, que parece que no se miran al espejo antes de salir a la calle. Y hablo sólo de mujeres porque, en el tema de la ropa, nos llevamos la palma con las meteduras de pata. No digo que ellos no se equivoquen, que también, pero es  más complicado porque van sobre seguro; su vestuario es, en general, más simple y mucho menos creativo que el nuestro.  

Pero me estoy yendo por las ramas. No quería hablar de transparencias involuntarias; de lo que quiero hablar es de pantalones cortos, o shorts, que los llaman ahora los que son así muy fashion, y de lo extremadamente difícil que es encontrar uno que te siente bien. 

Desde que hace calor, no dejo de ver a chicas por la calle con pantalones cortos. Algunas los llevan bien, pero hay muchas —muchísimas—, que van haciendo el ridículo por la vida. Y creo que la mayoría ni siquiera son conscientes de ello. Lo último que quiero es imponerle a nadie mis gustos o mi idea de estilo, pero hay ciertas cosas que claman al cielo, independientemente del sentido estético de cada uno.

En un par de meses, he visto de todo: chicas con pantalones tan cortos que van enseñando un glúteo y parte del otro...


...chicas con pantalones cortos al menos dos tallas más pequeños que la que realmente les correspondería... 


...chicas embutidas en pantaloncitos diminutos que se les arrugan y arremangan por los muslos, cortando la circulación de las piernas, marcando celulitis, sacando michelines por arriba y por abajo... 


chicas tan contentas con sus pantalones, ignorantes —espero— de que van marcando a saco lo que en inglés llaman camel toe...


En fin, un horror. (Por cierto, las fotos son todas de Pinterest, ¿eh? No vayáis a pensar que me dedico a sacar fotos por la calle a las vergüenzas de la gente).

Y me diréis, si es lo que a ellas les gusta, que vayan como quieran. Y sí, es verdad, que cada uno haga lo que le venga en gana y se ponga lo que mejor le parezca, pero es que no me creo que una chica esté a gusto y se sienta cómoda con un pantalón que se tiene que estar bajando cada quince segundos, porque se le sube por el muslo y se le queda toda la tela pillada en las ingles y con el que no se puede ni agachar. 


No me lo creo, lo siento. En el fondo odia esos pantalones, lo que pasa es que aún no se ha dado cuenta. 

Ahí van dos cosas importantes que creo que todo el mundo debería tener en cuenta:

1. Comprarte un pantalón una o dos tallas más pequeño de la que habitualmente usas, no va a hacer que parezcas más delgada, así, como por arte de magia. Más bien lo contrario: si llevas una prenda que te queda pequeña, por contraste parecerás más gorda, incluso aunque no lo estés.

2. Que un pantalón sea de tu talla, no significa que ese pantalón sea para ti.

Me explico. Da la sensación de que hay una tendencia generalizada a pensar que si una determinada prenda es de tu talla —es decir, si vistes una 38 y ese pantalón es una 38 y te cabe—, por fuerza tiene que sentarte bien. 

Y no. 

No es así. Porque aunque te quepa, puede que no se adapte bien a la forma de tus caderas, o que no tengas culo suficiente para llenarlo, o que te sobre cintura y se te despegue del cuerpo por la espalda. Las tallas no son conceptos rígidos, nuestros cuerpos no están cortados por un único patrón, válido para todo el mundo, sino que hay una diversidad de complexiones prácticamente infinita. Unos son más altos de torso, otros tienen las caderas más estrechas, unos tienen la espalda más arqueada y, mientras que unos tienen piernas cortas y redonditas, otros las tienen largas y huesudas. No hay dos iguales, y las tallas no son más que una referencia orientativa, que nos ayuda a catalogar todos esos cuerpos diferentes en un sistema reglado, para poner cierto orden, igual que aquella tontuna de los cuerpos en forma de pera, manzana y reloj de arena, en los que nadie sabía dónde encajarse. Por mucho que una prenda sea exactamente de la talla que sueles usar, no significa que te vaya a quedar bien. Puede que ninguna prenda de esa línea concreta lo haga. Porque están diseñadas siguiendo un patrón de cuerpo que no es el tuyo. Igual a tu amiga le sienta bien y a ti fatal, por mucho que las dos tengáis la misma talla.

Fijaos en esta imagen. Todas estas mujeres pesan exactamente lo mismo: 70 Kg. Sin embargo, cada una tiene una complexión totalmente distinta. Las cinco ven lo mismo cuando se suben a la báscula y, sin embargo, hay una diferencia de hasta cuatro tallas entre ellas.


Todo esto parece una tontería, por obvio. Parece que es algo que todo el mundo sabe, pero luego sales a la calle y te das cuenta de que no es así. Quizá lo que sucede es que es más fácil darse cuenta de estas cosas a través de cuerpos ajenos que del propio

Hay prendas que disimulan mejor nuestras diferencias, como por ejemplo las faldas con mucha tela, los jerséis o los vestidos con goma elástica. Prendas fáciles, que se adaptan bien a diferentes cuerpos y complexiones.

Pero ese no es el caso de los pantalones. Y mucho menos de los pantalones cortos. Por eso es tan difícil dar con unos que te sienten bien. Yo llevo ya un par de años buscando unos pantalones cortos vaqueros que me gusten, y no hay manera. Se me pasan los veranos sin encontrarlos. Pero prefiero seguir buscando y dar con el pantalón perfecto, a conformarme con lo primero que pille y gastarme el dinero en algo con lo que no me voy a sentir cómoda, ni a gusto con mi cuerpo. Lo digo porque ya me ha pasado. Varias veces. Y no quiero que se repita de nuevo.

Si queréis un consejo en cuanto a pantalones cortos, podéis echarle un vistazo a esta mini guía para encontrar uno perfecto para vosotras, basado tanto en la observación de los errores y aciertos ajenos, como en la propia experiencia a base de prueba y error.

  • Nunca te compres un pantalón corto sin probártelo primero, incluso si es de una marca que conoces y en la que confías. Asegúrate primero de que te sientes bien con él, que no es demasiado corto, ni siquiera al sentarte o agacharte, y que te permite moverte con libertad. El pantalón corto debe ser como una segunda piel, y no restringir ni dificultar tus movimientos. En serio, ¿pensáis que esta chica va cómoda? ¿Pensáis que el pantalón le favorece? Pues eso.



  • Si quieres un pantalón para el verano, busca telas agradables al tacto, fresquitas y de algodón, que no agobien ni den demasiado calor. El año pasado me compré unos pantalones que parecían perfectos en Tobi (error número uno: comprar son probar primero) y aunque sí que me quedaban bien, resultaron dar tantísimo calor que no pude usarlos en todo el verano, porque me cocía con ellos y me sudaban las ingles, algo que no me había pasado nunca. Además fui tan lista que, no contenta con unos, y como estaban bien de precio, me compré tres, en tres colores distintos. Bien por mí.


  • Muy importante: fíjate en la terminación. Hay pantalones cortos que se ajustan a la forma de la pierna, mientras que otros son más anchos en la base y se separan del cuerpo a la altura de las caderas. Personalmente, odio los primeros. Por eso llevo tanto tiempo buscando, porque todos los pantalones que me pruebo se me pegan a la cadera, y me quedan fatal. No soporto los pantalones cortos ajustados. Resaltan la curva de la cadera y el muslo y, a menos que tengas un tipín, sientan mucho peor. Un pantalón más ancho, que mantenga la amplitud de las caderas hará, por contraste, las piernas más delgadas. Os he hecho un dibujo para que veáis la diferencia:



  • Cuidado con la espalda despegada. Un pantalón puede quedar perfecto de caderas, y sin embargo demasiado grande de cintura (me pasa siempre), lo que dejará un hueco horrible y respingón en la espalda. Una amiga mía denomina este fenómeno como "culopollo". Normalmente, coger una talla menos no solucionará el problema, ya que se trata de un tema de hechura, más que de talla. Lo mejor es olvidarse de ese pantalón, por mucho que te guste. Ya encontrarás otro.



  • Ojo con los pantalones que se suben y se arremangan en las ingles, y ojo con el camel toe. Fíjate en que te quede bien, tanto por delante como por detrás, de pie y sentada, con las piernas juntas y separadas. Que la cintura esté donde debe estar, la cadera en su sitio, el tiro a tu medida y el culete bien recogido. Más corto no equivale a más sexy, sino más bien lo contrario.


  • Intentemos entre todas evitar espectáculos como estos.



    La ropa sólo es ropa. Lo más importante es que sea cómoda, práctica y funcional. Eso, y que te haga sentir bien contigo misma. Si una prenda te hace sentir incómoda, gorda, poco favorecida o fuera de lugar, es que esa prenda no es para ti. No te pongas algo sólo porque te gusta en la percha y "es tu talla". Asegúrate de que te favorece, que realza tu figura y tus curvas, que te hace sentir a gusto, que te permite despreocuparte de ella y dedicarte a vivir y disfrutar del día, sin complicaciones innecesarias. De lo contrario, acabarás cogiéndole manía y al final no te la pondrás. Y no merece la pena tirar el dinero en cosas que no te vas a poner.

    Os dejo con una selección de pantalones cortos, a mi juicio, muy bien llevados.




    1 comentario:

    1. ¡Este verano se ha llevado enseñar celulitis! jajja Hola,me encanta tu blog
      Si quieres podemos seguirnos mutuamente,besos.

      http://788tyelrincondesandra.blogspot.com.es/

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