martes, 26 de agosto de 2014

Bálsamo after sun de Badger, una pequeña joya en una lata de metal

El fin de semana pasado estuve en la playa todo el día vuelta y vuelta al sol. Fue la excusa perfecta para estrenar dos productos que me moría de ganas de probar. 


Se trata de la crema solar SPF30 de Alphanova y el bálsamo after sun de Badger. De la crema os hablaré más adelante, en otro post; de momento voy a centrarme en este after sun, que es una pequeña maravilla.


Como veis viene en una latita de metal preciosa, que aunque sea sólo por eso, a mí ya me entra por los ojos. Nunca habían visto un after sun que viniera en lata, y menos en una tan bonita como ésta. Lo compré en iHerb (si os fijáis en las opiniones de otros usuarios, veréis que son todas estupendas, a día de hoy ninguna baja de 4 estrellas) por recomendación de Miss Bio (blog que, si aún no lo conocéis, os recomiendo en caso de que os interese el tema de la cosmética natural). Contiene 56 gramos de producto, por un precio de 9 dólares (que, vista la calidad del producto y lo que cunde, me parece un precio estupendo).


Al abrir la lata, lo primero que me llegó fue una bocanada de lavanda, algo que huele como a manzanilla y hierbas frescas. No me emociona el olor de la lavanda en su forma de aceite esencial (aunque poco a poco me voy haciendo a él, al principio lo odiaba), porque es muy fuerte y demasiado intenso para mí, aunque en el caso de este bálsamo es bastante agradable, porque huele a sanote y natural. Además, una vez aplicado se va enseguida, es sólo la sensación inicial, que es muy intensa. Me sorprendió mucho que el bálsamo fuera de color verde, además de sólido. Y cuando sigo sólido, es sólido, no blandito como glicerina, ni espeso como una manteca, sino duro, como la cera cuando solidifica, o el aceite de coco tras pasar la noche en la nevera. Si intentas hundir el dedo en él, como mucho conseguirás clavar la uña (eso si no estás en un lugar donde haga 35 grados a la sombra, entonces te lo encuentras ya deshecho fijo).


Por eso, para poder aplicarlo y extenderlo sobre la piel primero es necesario trabajarlo un rato con los dedos, realizando movimientos circulares para reblandecer la superficie. Al principio cuesta, pero poco a poco, con el calor natural de la piel y la fricción suave de las yemas de los dedos, la capa superficial se va deshaciendo, volviéndose un líquido espeso, de textura aceitosa.


Quizá eso sea lo más engorroso de todo, su aplicación. No es un producto rápido, no es posible salir de la ducha, ponérselo a toda prisa, vestirse y salir corriendo por la puerta. Si lo quieres para eso, es mejor que pruebes otras opciones. Tampoco es apto para gente a la que no le gusta meter los dedos en tarros (a mí me encanta), por considerarlo poco higiénico o lo que sea, y prefiere otras formas de aplicación.

Este bálsamo está pensado para ser aplicado con calma, trabajándolo despacito, disfrutando de un momento de mimo, masaje y relax para la piel. Sin prisas. Yo, que no soy paciente y tampoco de mucho masaje, me desesperé un poco por la cantidad de tiempo que me llevó aplicarlo por todo el cuerpo, porque las cantidades que cogía y aplicaba cada vez eran muy pequeñas, por lo que tenía que ir poco a poco, deshaciendo con los dedos primero, y masajeando y cubriendo diferentes zonas del cuerpo después.

Pero también quizá sea precisamente por eso por lo que el tarro cunde un montón. Lo usé durante dos días seguidos en todo el cuerpo y la verdad es que apenas se nota. Parece completamente nuevo, no veo que se haya gastado.

El bálsamo se absorbe estupendamente, aunque tarda un poco en hacerlo. Por eso digo que no es posible vestirse justo después de usarlo; hay que esperar unos minutos a que se absorba, para evitar manchar la ropa. Eso sí, en ningún momento queda sensación grasa tras aplicarlo. Quizá esa sea una de las cosas que más me gusta. Eso, y que hidrata muchísimo, dejando la piel con un tono satinado precioso y un aspecto sanote y natural.



















Tengo que decir que estos días no me he quemado. Quizá sí tengo la espalda un poco más tostada de lo que debería, pero es un quemado sutil, de esos que pasan a moreno en dos días, sin que la piel llegue a pelarse, así que realmente no puedo decir gran cosa acerca de su efecto calmante, aunque estoy segura de que es estupendo. Es que ni siquiera hace falta quemarse para usarlo, sirve perfectamente como hidratante para después de la ducha, sin necesidad de sol de por medio.

 Pero sin duda lo mejor de todo está en la parte de atrás de la lata, que es una maravilla. 


Como podéis ver, cuenta con un 100% de ingredientes naturales y una inmensa mayoría, además, son de origen orgánico certificado. El principal ingrediente es el aceite de oliva virgen extra, seguido por la cera de abeja, aceite de jojoba y mantecas de cacao y karité. ¿Qué más se puede pedir? A mí me tiene enamorada.

Desde ya soy muy fan de Badger. Si entráis en su página web, veréis que cuenta con un montón de sellos y garantías que certifican el origen natural de sus productos, así como la procedencia de sus ingredientes, en su mayor parte de cultivo ecológico o de comercio justo. Además, garantizan que ninguno sus productos está testado en animales.

Efectivo, bonito, ecológico, respetuoso, sano, natural y asequible.

Insisto, ¿qué más se puede pedir?

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