viernes, 31 de octubre de 2014

The Good Burger y su hamburguesa de carne ecológica

Ayer estuve tomando algo en The Good Burger, el último lanzamiento del grupo Restalia, responsable de dos de las franquicias más famosas de España, Los Cien Montaditos y La Sureña.



The Good Burger, o TGB, para abreviar, tiene pinta de ir a convertirse en un tercer éxito o, por lo menos, cuenta en principio con todos los ingredientes necesarios para conseguirlo. Una carta sencilla con la hamburguesa como plato estrella —hamburguesas más o menos gourmet, siguiendo la moda (aunque un poco a la zaga, todo hay que decirlo, que el boom de las hamburguesas lleva ya dos o tres años en pleno apogeo, más o menos como el de los gin-tonics o el de los cupcakes), un local chulo decorado también al estilo de moda (industrial, con lámparas de acero, ladrillo visto, revestimientos de madera, plantas por las paredes, y esas cosas que tanto gustan últimamente, que todos los restaurantes parecen cortados por un mismo patrón), variedad de cervezas, ambiente agradable y precios asequibles.

Pero independientemente de todo eso, que no he venido aquí a hacer ninguna review ni dar mi opinión de la experiencia, hubo algo que me llamó bastante la atención. Y es que en la carta, entre las hamburguesas clasificadas como "especiales", junto a una hamburguesa de atún rebozada con semillas de sésamo y algas en lugar de lechuga, nos encontramos con la "Eco Burger".


Una hamburguesa hecha con carne 100% ecológica, eso es lo que leí en la carta, y no he buscado más información al respecto. Ni siquiera la he probado. No tengo ni idea de si es o no carne de pasto, o si el resto de ingredientes serán también ecológicos. Sólo estaba allí para tomar una caña rápida, así que no seguí indagando. Pero me llamó la atención. Eso, y el hecho de que costara un euro más que el resto de las hamburguesas de la carta.

No me voy a meter a juzgar si la iniciativa de Restalia de introducir una hamburguesa ecológica en la carta de TGB responde a un intento sincero de empezar a concienciar a la gente acerca de la importancia de consumir productos ecológicos, o si se trata únicamente de una estrategia de marketing para vender más, aprovechando el tirón que lo ecológico y lo natural tienen últimamente en nuestro país (y que, por suerte para todos, y a pesar de los abusos de las marcas, cada vez parece ir a más).

Lo que me da qué pensar es que una hamburguesa de carne ecológica sea un acontecimiento en la carta de un restaurante, sea éste de comida rápida o no. Que sea una característica que se tenga que destacar o señalar, como algo diferente, exclusivo o "especial". ¿Por qué ser ecológico se considera algo raro o diferente, cuando debería ser la norma? Si lo pensáis, visto desde esta perspectiva no tiene mucho sentido incluir una hamburguesa ecológica en la carta, cuando todas las demás no lo son. Es como decir, "oh, mirad qué buenos somos y cuánto nos preocupamos por los animales, por que vivan en condiciones adecuadas, porque se les alimente como es debido, por que se les trate con respeto, que hemos sacado una hamburguesa de carne ecológica" (y sólo les falta añadir "para teneros contentos a todos vosotros, frikis de lo natural"). Eso está muy bien, pero ¿y las demás? ¿Qué pasa con el resto de vacas, cerdos, pollos y atunes que se sacrifican para hacer las demás hamburguesas de la carta? ¿En qué condiciones viven, qué comen, qué se les inyecta para que no enfermen o engorden más rápido? ¿Y a los que van a parar a La Sureña o Los Cien Montaditos? ¿Qué pasa con esos?

No me malinterpretéis, incluir un producto ecológico en la carta de un restaurante que podemos considerar de comida medio rápida es algo estupendo, un primer paso en la dirección correcta y un ejemplo a imitar, pero por sí sola la iniciativa cojea, ¿o no? Si con eso ya se dan por satisfechos, sin aspirar a nada más, si lo que pretenden con ello no es iniciar un proceso de cambio gradual, sino únicamente contentar a unos pocos "exquisitos", es que en el fondo algo falla. Es como tapar un agujero en la pared con un póster. Sí, el póster es muy bonito y queda muy bien, pero el agujero sigue estando ahí debajo, por mucho que lo disimule.

Me pregunto si llegará el día en el que absolutamente todos los alimentos que consumamos sean ecológicos. Es decir, algo tan simple como poder garantizar que todos ellos hayan sido obtenidos mediante procedimientos éticos y respetuosos con el medioambiente, los animales y las personas.


Que no sea necesario especificar que un producto es ecológico, ni presumir de nada, sino que simplemente se dé por sentado. Que se normalice su consumo, acercándolo a la gente, que no se inflen los precios, ni se vea como algo raro, exclusivo o excéntrico, reservado a un puñado de especialitos, Que sea la norma, que esté regulado por la ley, y que no se conciba otra cosa.

Y que nadie me salga con eso de que es imposible, un sueño utópico y tonto, eso lo dicen precisamente los mismos a los que no les interesa que nada cambie. Se ha demostrado que sería perfectamente factible alimentar a toda la población mundial con alimentos ecológicos. Lo único que faltan son medios y ganas, porque los recursos los tenemos.


De hecho, los alimentos ecológicos ni siquiera tendrían por qué ser más caros o inaccesibles. A raíz de la crisis, cada vez más personas están volviendo a vivir del campo, abandonando, por necesidad o por saturación, los artificiales, vacíos, insatisfactorios y monótonos puestos de trabajo creados por la sociedad moderna, que nos atan a las fábricas y a las sillas de oficina la mayor parte de las horas de nuestros días, para volver a la tierra, al campo, a trabajar con las manos, intentando hacer las cosas de forma distinta, sin prisa, con mimo, sin agobios ni carreras. Muchos son pequeños productores que fomentan el consumo local, cercano, con alimentos frescos y de temporada, reduciendo al mínimo el número de intermediarios, para que los productos lleguen directamente al consumidor. Si cada vez hay más personas trabajando en el campo, en los mercados de barrio de toda la vida, en los pequeños negocios que mueven la economía a pequeña escala, si cada vez la oferta crece más, es lógico que los precios se vayan adaptando. Es una cuestión de voluntad, de hacer algunos ajustes, de reeducarnos y, por supuesto, de honestidad.


Es verdad que últimamente lo ecológico está de moda, es como cool. Por idiota que resulte que algo tan importante se vea como una moda o una tendencia, e independientemente de la forma descarada en que algunas marcas que no tienen nada de naturales aprovechan el tirón para vendernos los mismos productos de siempre, con etiquetas en las que presumen sanos y ecológicos sin serlo mediante sutiles trampas del marketing, es una suerte para todos que cada vez más gente se vaya concienciando de la importancia que tiene cuidar y respetar el mundo que se nos ha dado.

Creo que es importante que la moda no pase, que la tendencia deje de serlo y se quede para siempre, y que cada día crezca y llegue a más personas que busquen a su vez aprender e informarse, más allá de la publicidad y las marcas. Que rechacemos las mentiras, las manipulaciones, los engaños y el abuso. Que, entre todos, consigamos dar con la forma de hacer que funcione, que sea una realidad para todos. Puede que cada día estemos un paso más cerca de conseguir vivir en un mundo más concienciado, más informado y más ecológico. 

Sería sin duda un mundo mejor para todos.

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