jueves, 9 de octubre de 2014

La esclavitud del maquillaje

Llevo toda la vida, desde que tengo uso de razón, escuchando a mi madre repetir que ella no sale de casa con los labios sin pintar, porque se siente como si fuera desnuda. Puede ir perfectamente con la cara lavada por la vida, pero eso sí, los labios siempre pintados. Se los pinta hasta para bajar a comprar el pan. Y eso que lleva toda la vida usando el mismo tono de rosa, tan natural que apenas se nota la diferencia de cuando los lleva pintados a cuando no.


Lo de no salir sin pintarse los labios es algo que en parte está muy bien, a ella le gusta hacerlo, y demuestra que le preocupa su aspecto y que le gusta cuidarse. En ese sentido, no hay nada de malo en ello. Sin embargo, al mismo tiempo, me parece también una forma de esclavitud, una atadura innecesaria y auto-impuesta, como puede ser fumar o vivir contando calorías

Perdonad la cutrez del dibujo... hoy mi pulso con el ratón no da más de sí.

Yo también pasé por una etapa similar hace no mucho, tal y como contaba el otro día. Me acostumbré a pintarme la raya del ojo a diario, todas las mañanas, antes de salir de casa. El color era lo de menos, un día negro, otro verde, otro azul, lo importante era llevarlos pintados. Como lo hacía siempre, el día que por lo que fuera no podía o se me pasaba, me veía mala cara en el espejo. Como si estuviera enferma, o especialmente cansada.

Hasta que me fui de viaje unos días y con el ajetreo, los madrugones y las prisas de un baño compartido por cuatro personas, no tuve tiempo de pintarme ni una sola vez. Cuando volví a casa me di cuenta de que me veía bien, normal, sin necesidad de pintarme los ojos. Me veía yo. Así que dejé de hacerlo de forma sistemática y lo reservé para ocasiones concretas, puntuales o especiales. Me di cuenta de que me había liberado de una pequeña atadura, que me condicionaba frente al espejo todas las mañanas.

Sé que no soy sólo yo. Lo de la necesidad de pintarse para verse bien también se lo he escuchado muchas veces a mis amigas, y además lo de vernos mal sin maquillar no es algo psicológico, algo que no sólo nosotras mismas notamos; el efecto es real, las personas que nos conocen y nos ven a diario lo perciben también. Es lógico, el cerebro humano se acostumbra enseguida a todo. Si le pones el listón arriba del todo, todos los días, y luego lo bajas de golpe, pues como que lo nota. Es como cuando te deslumbras mirando hacia una fuente de luz, y al apartar la vista no ves más que manchas y chiribitas y los ojos tardan un rato en volver a la normalidad. O como cuando te quedas a oscuras de repente y al principio no ves nada y luego los ojos se acostumbran y empiezas a ver en escala de grises.

Tengo una amiga que siempre lleva los ojos pintados con kohl. Khol egipcio, ese polvo negro que se obtiene  de  la galena molida y se aplica con un palito de madera (y que requiere de una técnica muy depurada, a fin de no sacarse un ojo con dicho palito). Kohl de verdad, de un negro intenso y aterciopelado que enmarca y acentúa la mirada hasta volverla casi felina. Durante años he visto a mi amiga con los ojos pintados con kohl, día tras días, todos los días, hasta el punto en que ya ni siquiera era consciente de que iba maquillada y la veía completamente normal (igual que la que lleva los labios pintados siempre de rojo intenso, y terminas creyendo que es su color natural, pero no). 

Un día dejó de pintárselos, no sé por qué fue. Creo que le salió un orzuelo o algo por el estilo, no me acuerdo. El caso es que iba con la cara lavada y estaba rarísima, no parecía ella. Parecía cansada, agotada. Como si se hubiera pasado la noche en vela llorando. Esa impresión duró uno, quizá dos días. Pero enseguida se pasó; volvió a ser ella misma, y tan guapa como siempre. 


Un tiempo después, un día cualquiera, volví a verla con los ojos pintados con kohl. Estaba especialmente espectacular, porque el negro realzaba muchísimo su mirada. Me había acostumbrado tanto a verla así cuando iba maquillada a diario, que ni siquiera me había fijado en lo bien que le sentaba. Es curioso cómo el ser humano se habitúa a las cosas. 


La gente acepta del mismo modo y con la misma naturalidad la belleza al natural que la belleza de la que va pintada como una puerta. Es, simplemente, una cuestión de costumbre. El problema está en el contraste. La comparación entre el antes y el después. Cuanto más te maquillas y te arreglas, más altas son las expectativas que creas en los demás y en ti misma respecto a tu imagen personal y, por tanto, mayores son las imposiciones y las obligaciones a las que te atas, a fin de mantener dichas expectativas. 


Y si hay algo peor que la imposición del maquillaje, es el abuso del mismo (aunque incluso a eso nos acostumbramos si lo vemos y vivimos a diario). 



Cuando una chica que va normalmente al natural o con la cara lavada se arregla, llama más la atención y destaca. En cambio, cuando la que va siempre pintada se desmaquilla, sorprende para mal. No porque sea fea, sino porque ha creado unas expectativas totalmente irreales, y las ha hecho pasar por la normalidad. Ya puede una chica que se maquilla a diario ser una auténtica belleza, que el día que la pillen sin arreglar parecerá cansada, triste, apagada o incluso enferma. No porque lo esté, ni porque realmente lo parezca, sino tan sólo por puro contraste. 

Viene a ser algo así: 

--Lo que pasa cuando te maquillas de vez en cuando--




--Lo que pasa cuando te maquillas a diario--



La buena noticia es que el cerebro se habitúa a todo tan rápido que es muy fácil cambiar de hábitos y reeducarlo. Con un sencillo ejercicio de paciencia (aguantar un par de días hasta acostumbrarnos a nuestro aspecto natural) y refuerzo de la autoestima (aprender a querernos y aceptarnos como somos), podemos acostumbrarnos a nosotras mismas y a los demás a aceptarnos como somos, sin adornos innecesarios, sin dependencias o ataduras. Sin obligación de nada. Porque el maquillaje, más que un hábito obligado/necesario, como puede ser lavarse los dientes, debería ser algo que se hace por gusto y se disfruta, porque te da la gana, para sacar lo mejor de ti misma cuando te apetezca y como te apetezca.

No digo que maquillarse a diario sea malo, a ver si no me estoy explicando bien. Está genial si lo haces porque quieres, porque te gusta y te apetece. Pero si se ha convertido en una imposición, en una obligación más de tu rutina diaria, si no consigues verte bien sin él ni aceptarte tal y como eres al natural, entonces algo no funciona.

El maquillaje mola, pero mal usado crea dependencia, y es, en cierto modo, una forma de esclavitud que merma la autoestima y nos convierte en máscaras de nosotros mismos. Y lo mejor es no ser esclavo de nada, que ya bastantes complicaciones tiene la vida como para complicárnosla aún más, ¿no os parece?

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo en muchas cosas. La belleza se debe ver como un "estado de salud y de ánimo" no desde un punto de vista hedonista.
    Si te alimentas bien, tu piel y pelo estarán bien y el maquillaje es sólo la pincelada para destacar lo bueno que tenemos.
    Yo me arreglo todos los días y me maquillo todos los días, pero tal es lo "imperceptible" como lo hago, que la gente piensa que no me maquillo nunca, así el día que marcó todo un poco más, llama la atención como tu dices.
    Eso sí, no concibo la falta de cuidados en una persona. Me da igual que no se maquillen, pero sí me gusta saber que hay un cuidado, una higiene en general. No concibo lo descuidado en ninguno de sus aspectos y reconozco que si hay un evento, llámese BBC (bodas, bautizos comuniones) o una cena o cumpleaños especial, me gusta ver a la gente arreglada, por una cuestión de respeto hacia la persona que te está invitando a un evento.
    He estado en bodas en las que las invitadas casi vienen de playa, y lo siento, eso para mi es una falta de respeto hacia la persona que te está invitando. Si lo tuyo no es el maquillaje, pues no descuides la vestimenta, no sé...igual y soy muy "piki", pero es como yo defino la belleza.
    Buen post, un abrazo...

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    1. ¡Muchas gracias, guapa! :) Por supuesto, sólo me refiero al maquillaje, la higiene es un apartado completamente diferente y a mí también me parece algo fundamental y necesario, al menos si se quiere vivir en sociedad, en contacto con otras personas. Si se es un ermitaño en una cueva, pues allá cada uno :p Maquillarse o no es totalmente opcional, pero estar limpio y aseado, no. Eso es obligatorio. Por salud, y por respeto hacia uno mismo y hacia los demás.
      Y me pasa como a ti, ¡a mí también me encanta ver a la gente guapa y arreglada en las ocasiones especiales! :D

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