martes, 7 de octubre de 2014

Rutina facial minimalista: Hidratante, colorete y máscara

Hace ya unos meses que intento seguir una rutina facial lo más sencilla posible. No es que antes no lo fuera (sencilla, me refiero) no me gusta complicarme la vida sin necesidad, es sólo que ahora he tratado de reducirla al mínimo, sin dejar por ello de cuidarme y tratar de verme bien.



Siempre he sido una persona muy práctica. Me gustan las cosas fáciles y cómodas, poco historiadas. Cuanto más sencillo sea todo, mejor. No es ya sólo una cuestión de vaguería (que también), sino de no perder más tiempo del necesario con cosas que no lo merecen. Ya bastante problemas tiene la vida como para complicársela aún más con tonterías.

Por ejemplo, nunca uso bases de maquillaje. Nada que sirva para "preparar" la piel antes de maquillarla. Ni tapa-poros ni primeres. Mi piel está bien como está, al natural, está sana, está hidratada y no necesito cubrirla, ahogarla bajo una capa de siliconas. Igual algún que otro día me sale un grano aquí o allá, o se me ven más o menos los poros de la nariz. Me veo espinillas en la barbilla, o me sale algún brillo en la frente. Pero, ¿y qué? La piel está viva, cambia, evoluciona, tiene días y días. Y está bien así. Lo real es imperfecto, ninguna mujer del mundo tiene la piel de porcelana de forma natural. Ni falta que hace. No somos de plástico.

Tampoco utilizo contorno de ojos. Ni sérums. Los he probado alguna vez, pero no noto ninguna diferencia, y los veo como pasos totalmente innecesarios, que me complican la vida para nada. Quizá según vayan pasando los años les vaya encontrando alguna utilidad, cuando tenga una piel más madura y me empiecen a salir arrugas. Pero por ahora son pasos que me puedo saltar.

Otro producto que apenas uso es el maquillaje fluido o en polvos. Sólo en ocasiones muy especiales, para ir muy arreglada, o esos días en los que me veo especialmente horrible y considero necesario tomar medidas extremas. Pero en general no me gusta, no me siento cómoda con él. He usado BB Creams, como la de Garnier, con la que me sudaba la cara a los cinco minutos de llevarla puesta, y bases en crema y el polvo de marcas supuestamente buenas, como Clinique, Bourjois o Max Factor, que no hacían más que acentuarme las líneas de expresión e incluso marcarme arrugas que al natural no tengo. Tardé un tiempo en comprender que en realidad no me hacía falta usar maquillaje a diario, que era algo superfluo, molesto y totalmente innecesario. Es más, estaba mejor sin él. 

Casi nunca uso sombras de ojos para diario, y si me pinto los labios, normalmente me decanto por tonos neutros y naturales. La raya del ojo sí me la suelo pintar, y me gusta además ir alternando diferentes colores, pero últimamente he dejado de hacerlo a diario, porque me di cuenta de que, acostumbrada a verme así, el día que no llevaba los ojos pintados se me ponía careto de sueño, como si no hubiera pegado ojo en toda la noche. Pero ahora ya me he reeducado y vuelvo a verme normal tanto si llevo la raya pintada como si no. De eso, de la dependencia del maquillaje, hablaré en otro post.

Hay otros pasos que he ido eliminando poco a poco de mi rutina diaria, reservándolos para ocasiones puntuales o situaciones muy concretas, como el corrector de ojeras o el iluminador. Aprovechando el morenito que he ido cogiendo durante el verano, además, he ido sacando otros productos, como los polvos de sol, o las cremas hidratantes con protección (especialmente las que utilizan filtros químicos).

Al final, mi rutina facial diaria se limita a sólo tres productos: hidratante, colorete y rímel

Todas las mañanas me lavo la cara únicamente con agua, me seco con cuidado con una toalla y, a continuación, aplico hidratante, colorete y máscara. En menos de dos minutos estoy lista para salir a la calle.

1. Hidratante

Durante este verano he estado experimentando con diferentes cremas naturales, probando diferentes alternativas a la cosmética convencional, cargada de químicos de nombres impronunciables y sustancias potencialmente peligrosas. No sólo porque pienso que la cosmética natural y ecológica es más sana, más respetuosa con el medioambiente y mil veces más honesta en cuanto a formulación y producción, sino porque, además, creo firmemente que la cosmética natural es mejor. Y con mejor me refiero a de mayor calidad y más eficaz. Un producto elaborado únicamente a base de ingredientes tan ricos y beneficiosos para la piel como puedan ser la manteca de karité o el aceite de oliva, deja totalmente a la altura del betún a otro cargadito de compuestos químicos de calidad mediocre e inocuidad cuestionable, pero tan baratos de producir de forma masiva, como pueden ser los sulfatos, los derivados del petróleo o los parabenos. Sustancias que muchas veces la industria cosmética te vende luego a precio de oro, con la excusa de la marca o el supuesto lujo.

Por eso ahora, como hidratante, estoy utilizando este aceite de argán Bereber, que recibí en una de las últimas cajitas EssentiaBox. Es aceite de argán 100% puro, de primera presión en frío y totalmente ecológico, certificado por Ecocert 


Esta pequeña joya viene en una botellita de cristal de 13ml., con un tapón metálico de rosca y un formato de aplicación estupendo: roll-on, lo que facilita la distribución del producto, utilizando únicamente la cantidad necesaria, sin malgastar ni un poquito. Por eso, a pesar de la poca cantidad que viene en el envase, cunde muchísimo. Llevo usándolo desde finales de julio y aún no va ni por la mitad.


Yo lo uso directamente sobre la piel, sin mezclar ni rebajar, pasando el roll-on por las diferentes zonas de la cara —también en los labios— y luego masajeándolo un poco con los dedos, hasta que se absorbe del todo. Me deja la piel completamente hidratada para todo el día. Y a pesar de tratarse de un aceite, y al contrario de lo que se suele pensar, no engrasa nada. Se absorbe al instante y a la perfección, dejando la piel mate incluso en las zonas que tienen mayor tendencia a engrasarse (en mi caso, la zona T, la nariz y la frente).

El botecito, como os digo, es bastante pequeño, y su precio muy elevado (9,25 euros). Sin embargo, teniendo en cuenta lo que cunde, creo que merece la pena. Desde luego por la calidad lo vale con creces. Es altamente probable que repita cuando se me acabe, aunque aún tengo aceite de argán para rato.


Según la etiqueta, vale tanto para la piel como para el pelo. Como hidratante de cara ya os digo que es estupendo. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de su uso para el pelo. Me lo puse un día por probar, aplicándolo con cuidado en las puntas, con mucho cuidado, porque aceite es lo último, lo ultimísimo, que necesitan mis raíces grasas. Pensaba en cambio que a las puntas les vendría bien, porque a veces me las veo un poco secas. pero se me quedaron grasientas y apelmazadas. Aceitosas. No fue una buena idea. Por suerte sólo estuvieron así una tarde, antes de volver a la normalidad.

En cuanto al olor, es tan sutil que al principio pensé que no olía a nada. Pero después de un tiempo usándolo sí que he llegado a percibir un débil olorcillo a aceite, muy muy suave. Su olor natural, porque no está desodorizado ni perfumado, cosa que se agradece, porque no es molesto ni desagradable, y así se evita alterar el producto de forma innecesaria.

2. Colorete

Si habláramos de una rutina facial espartana, podría quedarme ahí. Usar hidratante y a correr. Pero una también es presumida, y quiere verse bien (o al menos lo mejor posible). El colorete es algo a lo que no he querido renunciar porque, aunque ahora estoy más o menos morena, por lo general tengo la piel muy pálida, y la falta de color en las mejillas me hace parecer cansada, anémica o trasnochada. Incluso estando como una rosa, parece siempre como si estuviera incubando algo. Por eso el colorete se queda en mi vida, aunque renuncie a otras cosas. 


Desde que lo descubrí, llevo más menos cosa de un par de meses flipando con este colorete de Zao Make Up. No es nada barato (21,75 euros). Tiene precio de marca de lujo; pero porque lo es. Lujo de verdad, sin mentiras ni engaños, en el que pagas por la calidad y la excelencia, no por el nombre o la marca. Por eso creo que vale lo que cuesta. Que me quiten todos los demás coloretes de delante, me quedo con éste para siempre

El otro día pude por fin probar los polvos de sol de la misma marca (se los regalé a mi madre por su cumple), y ya soy definitivamente fan incondicional. 

No sé si habréis oído hablar de Zao Make Up. Es una marca de cosmética natural estupenda. Nina Benito la describe en su blog de una forma acertadísima. Viene a decir algo así como que no es una buena marca de cosmética natural, sino una buena marca, que, además, es de cosmética natural.


Sus envases, como podéis ver, son de bambú, y algo que me encanta es que son recargables. Puedes reutilizarlos tantas veces como quieras, con el color que más te guste en cada ocasión. Los estuches se cierran perfectamente con unos pequeños imanes y vienen dentro de una bolsita de tela preciosa y una etiqueta donde se listan los ingredientes, 100% naturales, mimando la presentación hasta el último detalle.


Este colorete es el tono Brune Rosé 322, un rosa tostado muy favorecedor, creo, para cualquier tipo o tono de piel. Es un color que no puede sentar mal, porque queda completamente natural, como un rubor suave. Me lo aplico en dos pasadas con brocha, sin coger mucho producto, porque pigmenta un montón y es fácil pasarse. Es muy ligero y se difumina y extiende como la seda, sin que queden churretes ni marcas extrañas (algo en lo que soy experta). 

Aquí podéis ver la piel al natural.


Tras una pasada de la brocha:


Después de dos pasadas:


Las fotos no le hacen justicia para nada, pero al menos creo que sirven para formarse una idea. Este colorete lo compré por internet, en Cositas Buenas. Aunque también lo he visto en Biobella, donde también he comprado alguna cosa de Zao Make Up, porque las existencias varían de una tienda a otra. En la web de EssentiaBox, por ejemplo, aunque también venden cosas de la marca, tienen un catálogo bastante más limitado, con sólo dos tonos de labiales y ningún recambio.

Por supuesto, no lleva talco, y está certificado por Ecocert como cosmético natural y orgánico. Os dejo su INCI, por si sentís curiosidad:

MICA, ZEA MAYS STARCH (ZEA MAYS (CORN) STARCH)*, SQUALANE, SILICA, ZINC STEARATE, AQUA (WATER), LAUROYL LYSINE, THEOBROMA CACAO SEED BUTTER (THEOBROMA CACAO (COCOA) SEED BUTTER)*, BUTYROSPERMUM PARKII BUTTER (BUTYROSPERMUM PARKII (SHEA) BUTTER)*, CI 77820 (SILVER), GINKGO BILOBA LEAF EXTRACT, HAEMATOCOCCUS PLUVIALIS EXTRACT, THEOBROMA CACAO SEED EXTRACT (THEOBROMA CACAO (COCOA) SEED EXTRACT), BAMBUSA ARUNDINACEA STEM POWDER, ALCOHOL, ILEX PARAGUARIENSIS LEAF EXTRACT*, SEA WATER, MALTODEXTRIN, ALUMINA, SODIUM RIBOFLAVIN PHOSPHATE. PUEDE CONTENER +/-: CI 77891 (TITANIUM DIOXIDE), CI 77491 (IRON OXIDES), CI 77492 (IRON OXIDES), CI 77499 (IRON OXIDES), CI 77742 (MANGANESE VIOLET), CI 77007 (ULTRAMARINES).

* ingredientes de cultivo Ecológico


3. Máscara

En cuanto al rímel, es el único paso de la rutina que me cojea. De momento estoy usando la máscara de pestañas Miss Manga Mega Volume, de L'Oreal. No porque me guste especialmente, sino porque me vino en una BirchBox, y hay que gastarlo. Me parece un rímel normal y corriente, que cumple su función. 


Me gusta usar máscara para destacar mis pestañas porque es uno de mis rasgos buenos y este rímel cunple su cometido, sin apelmazarlas ni dejar excesivos pegotes (al menos no con una o dos pasadas, con más es posible que sí pringue).  


Ni lo recomiendo ni lo dejo de recomendar. Mi objetivo es terminarlo cuanto antes para poder pasarme a alguna marca natural, ya sea Zao Make Up (son carísimos, pero me muero de ganas de probarlos), o Physician's Formula o algún otro que ya tengo fichado.

Y ya está, con eso voy que chuto.

¿Qué rutina seguís vosotras? ¿Algún consejo?

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